Pocos son los mortales que comprenden que el reino de Dios incluye el reino de las satisfacciones mundanas-observó Babaji-. El reino divino se extiende al terrenal, pero este último, siendo ilusorio, no puede incluir la esencia de la realidad.
-¡Amado gurú, anoche me demostraste el eslabón de belleza que une la tierra con los cielos!-Sonreí al recordar al desvanecido palacio; ¡es seguro que jamás un simple yogui recibió la iniciación en medio de un lujo tan impresionante! Miré con tranquilidad el contraste que la escena actual representaba. El áspero suelo, el techo formado por el propio cielo, las cuevas ofreciendo su primitivo cobijo, todo parecía de un gracioso ambiente natural, especialmente construido para los seráficos santos que me rodeaban.
Esa tarde me senté en mi manta, santificada por la asociación de realizaciones de existencias pasadas. Mi divino gurú se acercó y pasó la mano sobre mi cabeza. Yo entré en el estado de nirvikalpa samadhi y permanecí en su feliz seno por espacio de siete días. Cruzando los estratos sucesivos del autoconocimiento, penetré en los inmortales reinos de la Realidad.
Todas las limitaciones ilusorias fueron desechadas, mi alma fue por entero establecida en el altar eterno del Espíritu Cósmico. Al octavo día caí a los pies de mi gurú y le imploré que me retuviera para siempre a su lado en esa sagrada soledad.
-hijo mío- dijo Babaji, abrazándome-, tu papel en esta encarnación debe desarrollarse en un escenario externo. Bendecido desde antes de tu nacimiento por muchas vidas de meditación solitaria, desde ahora debes mezclarte en el mundo de los demás hombres.
Un profundo propósito descansa bajo el hecho de que tú no me hayas encontrado sino hasta ser un hombre casado y con modestas responsabilidades mundanas que cumplir. Debes hacer a un lado tus pensamientos de unirte a nuestro grupo secreto de los Himalayas; tu vida debe desarrollarse en medio de las masas de la ciudad, sirviendo como ejemplo del jefe de familia y yogui ideal.
Los gritos de muchos seres mundanos, perdidos y desconcertados nunca han dejado de ser oídos por las grandes almas-continuó mi maestro-.Has sido elegido para brindar solaz espiritual, por medio del Kriya Yoga a muchos seres que buscan sinceramente la verdad.los millones de hombres que se encuentran maniatados a causa de los lazos de familia y por las pesadas labores del mundo, encontrarán nuevos ánimos con el ejemplo tuyo, que eres un jefe de familia, como ellos. Debes llevarles al convencimiento de que los más altos logros del yoga no están vedados al hombre de familia.
Aún dentro del mundo, el yogui que cumple fielmente con sus responsabilidades, sin miras personales ni apego alguno, recorre el verdadero camino de la liberación.
Relato de Lahiri Mahasaya sobre su gurú Mahavatar Babaji
Capítulo 34
Autobiografía de un Yogui.