¿Escuchaste alguna vez la historia de las circunstancias extraordinarias en las cuales tu padre se convirtió en discípulo de Lahiri Mahasaya?-Abinash me hizo esta provocativa pregunta una tranquila tarde de verano, mientras departíamos, él y yo, en el patio de mi casa-. Sacudí la cabeza, con una sonrisa expectante. Abinash Babu inició su relato:
“Años atrás, antes de tu nacimiento, le pedí autorización a mi jefe- tu padre- para ausentarme de la oficina por una semana, con el fin de visitar a mi gurú en Benarés. Tu padre ridiculizó mis proyectos.
“- ¿Has de convertirte en un fanático de la fe?- me preguntó-.Si deseas progresar, concéntrate, más bien en tu trabajo.
“Al retornar tristemente a casa aquella tarde, me encontré con tu padre en una senda del bosque. Abandonando su palanquín y despidiendo a sus sirvientes, unió él sus pasos a los míos. Mientras se esforzaba por consolarme, destacando las ventajas de luchar por el éxito, yo le escuchaba distraídamente, repitiendo en mi corazón: ¡Lahiri Mahasaya! ¡No puedo continuar viviendo sin verte! Nuestro camino nos condujo a los lindes de una apacible pradera, en la cual ondulaban altas hierbas silvestres, coronadas por los últimos rayos de la tarde. Nos detuvimos, admirados. ¡Y allí, en medio de la pradera, a sólo unos pocos metros de distancia, apareció súbitamente mi gurú!
“Eres demasiado severo con tu empleado, Bhagabati”
“Atónitos escuchamos estas palabras resonar en nuestros oídos, luego de lo cual la figura de Lahiri Mahasaya se desvaneció, tan misteriosamente como había aparecido. Tu padre, estupefacto, permaneció inmóvil, mientras yo cayendo de rodillas, exclamaba: ¡Lahiri Mahasaya! ¡Lahiri Mahasaya!. Luego de algunos momentos tu padre exclamó:
“No solamente te autorizo para ausentarte, Abinash, sino que también me autorizo a mí mismo para partir a Benarés mañana” ¡Debo conocer a éste gran Lahiri Mahasaya que es capaz de materializar su cuerpo a voluntad, con el objeto de interceder por ti! Llevaré a mi esposa conmigo, y le pediré al maestro que nos inicie en la senda espiritual. ¿Nos presentarás tú a él?
“¡Por cierto! – respondí, lleno de alegría ante la milagrosa respuesta a mi plegaria y la rapidez con que los eventos cambiaron favorablemente.
“Tus padres y yo partimos la noche siguiente y llegamos a Benarés al otro día. Tras recorrer cierta distancia en un carruaje tirado por caballos, nos fue menester seguir a pie a lo largo de estrechas callejuelas, hasta llegar a la escondida casa de mi gurú. Atravesando su pequeña antesala, nos inclinamos ante el maestro, quien se encontraba sentado en la postura de loto, como era su costumbre. Al vernos, Lahiri Mahasaya parpadeó y luego, fijando su penetrante mirada en tu padre, le dijo:
“Eres demasiado severo con tu empleado, ¡Bhagabati!
“Eran l estas las mismas palabras que habíamos escuchado de él dos días antes, en la pradera. Y agregó:
“Me alegra que hayas permitido a Abinash visitarme, y que tú y tu esposa le hayan acompañado.” Tus padres felices, recibieron de él la iniciación en la práctica espiritual de Kriya Yoga. Y desde aquel inmemorable día de la aparición, tu padre y yo no sólo hemos sido condiscípulos, sino también íntimos amigos. Lahiri Mahasaya, por su parte, manifestó un interés especial en relación con tu nacimiento. Sin duda tu vida está ligada a la suya; las bendiciones del maestro nunca fallan.

Autobiografía de un Yogui.
Paramahansa Yogananda.