– Mukunda, ¿por qué no te haces un brazalete astrológico?
– ¿Debo hacerlo, Maestro? Yo no creo en la Astrología.
Un niño nace en el día y en la hora en que los rayos celestes están en armonía matemática con su karma individual. Su horóscopo es un desafiante retrato suyo, que revela su inalterable pasado y los probables resultados futuros. Pero el horóscopo natal puede ser correctamente interpretado únicamente por hombres de sabiduría intuitiva, y éstos son muy pocos.
El mensaje extensamente blasonado a través del cielo, en el momento del nacimiento, no debe enfatizar la fuerza del destino individual –como resultado de un pasado bueno o malo- sino que debe despertar en el hombre la voluntad de escapar de la esclavitud universal. Lo que él hizo en el pasado, él mismo puede anularlo. Nadie más que él fue el instigador de las causas cuyos efectos está actualmente experimentando en su vida. El hombre puede vencer cualquier limitación, porque él mismo la ha creado por sus propios hechos, y porque posee recursos espirituales que no están sujetos a las influencias planetarias.
El alma es siempre libre, no está sujeta a la muerte, porque no tiene nacimiento. No puede ser regida por las estrellas.
Todos los males humanos son originados por la transgresión de alguna ley universal. Las escrituras nos enseñan que el hombre debe cumplir con las leyes de la naturaleza, confiando simultáneamente en la omnipotencia divina. A través de diferentes medios -tales como la oración, la fuerza de voluntad, la meditación yoga, siguiendo los consejos de los santos, por el uso de brazaletes astrológicos- los efectos adversos de las malas acciones pasadas pueden ser considerablemente reducidos o anulados del todo.
– Señor, desde luego seguiré su consejo y usaré un brazalete. Estoy intrigado de sólo pensar cómo se vence a un planeta.
Autobiografía de un Yogui